Ojo Cósmico

Ojo Cósmico
El ojo con el que yo observo el universo y el ojo con el que el universo me observa a mi son uno y el mismo.

martes, 8 de enero de 2019

El Bosque de los Sueños


    Abrí los ojos, me encontraba rodeado por un bosque de abedules plateados, miré mis manos y fue cuando me percaté que todo estaba en blanco y negro. Los árboles, todos, tenían ojos que se movían y se posaban sobre objetos que yo no podía ver ni tocar, además, ninguno de ellos podía verme.


    Caminé por el bosque hasta que me topé con un pequeño claro donde había un hermoso lago de aguas cristalinas que reflejaban el cielo estrellado y una gran Luna que brillaba orgullosa en lo alto, pero al levantar la vista, solo encontré oscuridad. Entonces noté que no había aire en aquel lugar y que estaba envuelto con una helada que laceraba la piel. Tenía que salir de allí, me asfixiaba y sin saber a dónde ir, me lancé al lago.

    Nadaba lo más profundo que podía y sin darme cuenta emergí del otro lado del reflejo, un bosque de pinos. Cuando salí del agua, ésta permaneció toda en el lago sin empaparme, como si no pudiese separarse. Aquí podía respirar libremente, pero seguí haciendo frío. Caminé entre lo de árboles cuyo tronco era muy ancho, la corteza parecía tierra mojada y sus hojas eran del color de la turquesa. Sin darme cuenta, unos animales se juntaron a mí alrededor, un mapache fue el primero en acercarse, curioso me olisqueaba, seguido por un joven siervo color negro y un búho que se posó suavemente sobre su excéntrica cornamenta. Todos ellos sin poseer un ojo, podían verme desde su interior, miraban una parte de mí que no conocía.

    Seguí caminando por aquel bosque hasta que me topé con un extraño altar. Al acercarme noté que era un inmenso corazón que comenzó a latir y aceleraba su ritmo conforme avanzaba. Cuando alcé mi mano para tocarlo, éste se detuvo y el calor que emanaba me envolvió devorándome, el corazón se abrió invitándome a entrar y yo proseguí, éste se cerró sobre mí y comenzó a arder en llamas consumiéndome en su interior. Del altar se levantó una monstruosa columna de humo que ensombreció el bosque y de las ardientes cenizas se formó mi nuevo cuerpo oscuro y de mis ojos fulguraba mi inquebrantable voluntad.

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